El escenario del ajuste
Héctor Domeniconi, facsimil de El Diario. |
Antes de adentrarnos, conviene
mencionar cuál es el panorama que presentaba el Informe. El primer capítulo del
estudio, denominado “Situación financiera de la provincia”, mostraba un
panorama desalentador: Entre Ríos estaba en quiebra. “La última revisión del presupuesto 1992 arroja un déficit primario de $
167 millones, como resultado de ingresos por $ 749 millones y erogaciones por $
916 millones. Este déficit alcanza, en consecuencia, una magnitud equivalente
al 22% del total de recursos.
Dado que las previsiones presupuestarias sobre la necesidad de
financiamiento del déficit ascienden a sólo $ 94 millones, la diferencia entre
este importe y el déficit total, o sea $ 73 millones, no tendrá otra
alternativa, que financiarse en forma forzosa. Esto es a través de la
postergación de la atención de la mayoría de las obligaciones,
independientemente de su necesidad y urgencia; hecho que ya ha comenzado a
apreciarse en la actualidad”.
(…)
A partir de este escenario, el
Informe sentaba la estructura de lo que debería hacerse para ajustar las
cuentas. No era suficiente mejorar los ingresos provinciales (que, de hecho,
empeoraron tras la firma del primer Pacto Fiscal), sino que había que apuntar a
las erogaciones, las que presentaban cierta rigidez, como destacaba el texto.
En efecto “si se toma como dada la
estructura financiamiento (recursos con
afectación específica vs. recursos de libre disponibilidad) y el gasto actual
en personal (incluidas las transferencias para atender el déficit de la Caja de Jubilaciones y los
gastos en docentes privados) se llega a que sólo se puede actuar sobre el 8% de
los gastos presupuestados”. Es decir, el ajuste tendría características
simbólicas, pero no alcanzaría a contener la sangría. La respuesta se
presentaba entonces, como algo evidente: “En
consecuencia, cualquier política que pretenda ser exitosa en la reversión de la
situación de virtual quiebra planteada, independientemente de los logros que
pueda tener por el lado de aumentar los recursos de jurisdicción provincial, no podrá dejar de actuar sobre el gasto en
personal en su conjunto[i]”.
La mesa, pues, quedaba servida.
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