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martes, 13 de noviembre de 2012

Un principio de justicia


Los tribunales provinciales se fueron atiborrando de causas iniciadas por los cesanteados que solicitaban volver a sus cargos. Los fallos de los jueces a las peticiones fueron disímiles, en honor a la disparidad de criterios que existe en la Justicia provincial por efecto o defecto, según quien lo mire, del sistema difuso de control de constitucionalidad vigente en el sistema judicial argentino.
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La danza de expedientes judiciales iba a tener su fin cuando se pronunciara el Superior Tribunal de Justicia, sentando jurisprudencia. La decisión final iba a quedar en manos de Daniel Carubia, Carlos Chiara Díaz y Miguel Carlín. Los dos primeros habían sido nombrados vocales del STJ por el Senado a propuesta de Jorge Busti en su primera gobernación[i]. La situación de Carlín era diferente. Luego de haber pasado por la Cámara de Senadores, su llegada al cargo fue a instancias de Moine y, cuando el expediente le llegó a despacho, llevaba apenas medio año en la vocalía[ii].
El caso testigo se conoció como “Barcos de Ferro”, donde se agrupaban, en rigor, cuatro amparos que habían sido rechazados por la Jueza en lo Civil y Comercial de Villaguay, Graciela M. de Yeregui: el interpuesto en conjunto por Patricia Juana Barcos de Ferro y Humberto Queirós o Quiróz; el de María Elena Paredes; el de Darío Salvador Lencia y el de Bienvenido Córdoba.
En el análisis de estos casos, los tres vocales coincidieron en señalar la inconstitucionalidad del artículo 2º de la 8706, apartado en el que se disponía la autorización del Legislativo al Ejecutivo para que efectúe las 2.605 bajas en la planta de personal.
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El cimbronazo en el Gobierno hizo aflorar diferencias intestinas. El vicegobernador Hernán Darío Orduna envió el lunes 22 de febrero, el primer día hábil tras el fallo del STJ, una nota a la Fiscalía de Estado, solicitando al titular del área, Julio Herrera, que evalúe si era conveniente allanarse a los decidido por el máximo tribunal y, llegado el caso, dictar una medida modificatoria o aclaratoria de la 8.706 o de algún decreto o resolución para la más eficaz defensa de los intereses del Estado[iii].
El gobernador Moine intentó dar un salto hacia delante. “Habrá que ver qué pasa ahora en la Corte, Suprema de Justicia de la Nación, aseguró en declaraciones a la emisora estatal LT14[iv].
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En el máximo tribunal, la causa ingresó el 10 de junio de ese año. Entre julio y octubre de 1994, el expediente circuló por los despachos de los ministros de la Corte, hasta que el 29 de noviembre, con los votos de Carlos Fayt; Augusto César Belluscio; Enrique Santiago Petracchi; Ricardo Levene (h) y Antonio Boggiano fueron sepultadas las expectativas del Gobierno de revertir en el fuero federal la decisión de la Justicia provincial. “El recurso extraordinario, cuya denegación origina esta queja, es inadmisible[v], indicaron los ministros al decidir sobre la admisibilidad del recurso, siguiendo lo dispuesto por el artículo 280 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación.


[i] Los decretos de designación de ambos son correlativos. A Chiara Díaz le correspondió el 2812 y a Carubia el 2813, ambos fechados el 16 de junio de 1988.
[ii] Carlín fue designado por decreto 2779, fechado el 21 de junio de 1992.
[iii] El Diario. 23 de febrero de 1993. “El gobierno confirmó…”. Pág. 6.
[iv] Página/12. 23 de febrero de 1993. “La Corte entrerriana falló contra los despidos”. Pág. 4
[v] Expediente B 260/1993. Corte Suprema de Justicia de la Nación.

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